Psychologist Papers is a scientific-professional journal, whose purpose is to publish reviews, meta-analyzes, solutions, discoveries, guides, experiences and useful methods to address problems and issues arising in professional practice in any area of the Psychology. It is also provided as a forum for contrasting opinions and encouraging debate on controversial approaches or issues.
Papeles del Psicólogo, 1995. Vol. (61).
Jose Muñiz
Universidad de Oviedo
Poco a poco, a veces rápido, a veces más lento, la tendencia es a ir construyendo una Europa en la que cada vez haya más cosas en común, tanto a nivel económico como político. Ese parece ser el horizonte más probable para los próximos años. Dentro de esta corriente general, la Psicología no será una excepción y tenderán a ir consolidándose estructuras supranacionales, para terminar previsiblemente con una organización similar a la de la American Psychological Association (APA), aunque el camino se prevé largo y sinuoso, pues hay muchos intereses legítimos en juego y puntos de vista dispares. Asumida esta tendencia, trataré de exponer como veo yo el campo concreto de la construcción y uso de los tests y la influencia que sobre él pueda tener la progresiva integración europea.
Situación española. Parece aconsejable reflexionar un poco acerca de cómo tenemos nuestra casa antes de abrazarnos rumbosos a los socios europeos. No se trata de recelar compulsivamente de allende los Pirineos, sino de tener claro antes de subirse al autobús donde estamos y adonde queremos ir. Los tests entran en España de una forma sistemática a partir de los años 50, de la mano del profesor Mariano Yela y de la empresa TEA, que empezaba su andadura por entonces. Yela había estudiado en Chicago con Thurstone entre los años 1946-48 y allí tiene la oportunidad de entrar en contacto con la Psicometría más avanzada de la época. Una vez en España será el verdadero impulsor de los tests, construyendo y adaptando los más relevantes, en total más de 200, lo que da idea de su actividad. Cabe subrayar que la psicología española tuvo la gran suerte de que este papel pionero correspondiese a Yela, evitando con sus conocimientos y buen hacer sesgos iniciales que en otros países tuvieron consecuencias nefastas para el desarrollo de la profesión. Puede decirse que por esa época España estaba entre los países europeos punteros en metodología psicométrica, prueba de lo cual es que Yela fue llamado a Lovaina para impartir allí clases de psicomatemáticas. Tras estos inicios, en los que se traducen y adaptan los tests más clásicos, se van a seguir dos líneas de progreso. Una, la que podría denominarse académica, que avanza mediante la cada vez mejor preparación psicométrica de los psicólogos, y que culmina con el establecimiento de las Facultades Universitarias y Planes de Estudios nuevos, en los que se incluyen asignaturas de Teoría y Práctica de los tests. Otra línea de avance es la comercial, uniéndose a TEA otras compañías editoras de tests, entre las que cabe citar a MEPSA y EOS. Estas dos líneas de progreso avanzan interactuando como vasos comunicantes, y aunque en algunos momentos una se retrase o avance momentáneamente sobre la otra, tienden a equilibrarse mediante una conexión fecunda. En la actualidad, en mi opinión, la línea académica se encuentra algo más desarrollada que la comercial. El trabajo de Yela ha dado sus frutos y las Universidades disponen de todo un conjunto de investigadores y profesores muy bien preparados en el campo de la psicometría, existiendo también, como consecuencia, buenos textos de autores españoles. Las empresas se han quedado un poco atrás en algunas áreas, debido seguramente al rápido desarrollo de la tecnología psicométrica de los últimos años. No obstante, y visto globalmente, la situación española está por encima de la media europea, lo cual no es óbice para intentar mejorarla, todo lo contrario.
Futuro. El Colegio Oficial de Psicólogos (COP) ha dado recientemente algunos pasos para intentar potenciar aspectos manifiestamente mejorables en la construcción y uso de los tests. Esta necesidad de mejora se justifica por si misma, pero su desencadenante proviene precisamente de los contactos bilaterales con países como Alemania, Inglaterra, Holanda, o los Nórdicos, en los que la situación está más regularizada, si no en todo, en algunos aspectos. Parece claro que cuanto mejor pertrechados nos coja el nuevo espacio europeo, más provechosa para la psicología española será la asociación, nadie regala nada, o se es competitivo o sencillamente se pierde.
La cuestión es ¿qué se debe mejorar en el campo concreto de los tests? Básicamente dos cosas:
a) la calidad de los tests como instrumentos científicos y profesionales
b) la competencia de las personas que los construyen, aplican e interpretan.
La mayoría de los países europeos están trabajando también en estas dos direcciones. ¿Cómo hacerlo? Un criterio habitual de calidad que se exige a un test es que cumpla con una serie de normas técnicas o standards. En España hasta ahora no se disponía de unos standards propios, utilizándose, cuando se hacía, de un modo informal los de la APA. Pues bien, la primera medida del COP ha sido crear una Comisión de expertos para tratar de generar unas normas en español, que podrían ser una adaptación más o menos literal de las de la APA, o, si procede, unas enteramente propias. Una vez elaborado, este documento constituirá un excelente criterio técnico con el que contrastar si un test reune o no los requisitos técnicos exigibles para su uso. Incluso, en los contactos bilaterales con el Colegio de Psicólogos Alemán, ellos van más allá y plantean la posibilidad de que los Colegios de Psicólogos Europeos establezcan una especie de sello de calidad que acredite si un determinado test cumple con los standards. Más aún, planteaban los alemanes la posibilidad de que los tests fueran considerados por el Parlamento Europeo como productos sanitarios, con lo que ello implica a nivel de uso y control de calidad. Son cuestiones que hoy nos parecen lejanas, pero lo importante es que parecen estar en la dirección correcta y deseable.
Ahora bien, tan importante como estos standards técnicos, o incluso más, en lo que a Europa se refiere, es la necesidad de disponer de unas Directrices claras para la adaptación y traducción de los tests de unos países a otros. Presumiblemente el mismo test va a estar vertido en varios idiomas, por lo que se hace imprescindible garantizar su pertinencia no sólo en el idioma de origen. Pues bien, en esa dirección también el COP está participando en una Comisión liderada por la International Test Comission (ITC) que está a punto de finalizar la elaboración de unas Directrices técnicas para la correcta adaptación de un test de una lengua/cultura a otra. Este documento se editará en varios idiomas, incluido el español, previsiblemente en 1996, y con motivo de cuyo acontecimiento se celebrará un Congreso monográfico sobre la adaptación de instrumentos de medida de una cultura a otra.
Pero no es suficiente que el test en sí reúna los requisitos psicométricos apropiados, para que el resultado sea el deseable, la preparación de las personas que lo aplican y lo interpretan debe ser la idónea. Como la historia de los tests demuestra, no son tanto las cualidades técnicas las que fallan, sino más bien el uso que algunas personas faltas de preparación hacen de los tests. En este sentido básicamente pueden realizarse dos cosas; por un lado, mejorar la preparación de las personas que aplican e interpretan los resultados de los tests, y por otro, establecer alguna clasificación de los tests según su grado de especialización, reservando los más especializados a profesionales con una cualificación contrastada. En Europa son los ingleses quienes más han avanzado en estos dos frentes, veamos cada uno de ellos. En cuando a mejorar la preparación de las personas, cabe distinguir varias posibles categorías de partida: psicólogos expertos en tests, psicólogos con poca preparación, médicos, psiquiatras, profesores, ingenieros, abogados, maestros, enfermeras, asistentes sociales, etc. Es decir, existe toda una pléyade de profesionales potencialmente usuarios de los tests, que a su vez pueden ser de muy diversos tipos: clínicos, trabajo, educativos, certificaciones, pruebas objetivas para opositores, seleción de personal, etc. Incluso el mismo test puede ser utilizado con distintos fines. Así que no resulta fácil establecer un curriculum único que debieran de superar los usuarios de los tests, en todo caso habría que establecer varios curricula, según el tipo de persona, de test y de área de aplicación. Está claro que en el futuro alguien, probablemente los Colegios de Psicólogos, tendrán que acreditar a las personas para utilizar ciertos tipos de tests, y esto implicará el establecimiento de los curricula o conocimientos exigibles para cada caso. En la reciente reunión del COP con el Colegio Alemán, celebrada en Madrid, éste fue uno de los puntos de análisis. De forma tentativa se acordó que la clasificación debería contemplar al menos tres parámetros:
a) Grado de especialización exigido por los tests
b) Tipo de profesional
c) Area de aplicación
Cada uno de estos aspectos contemplaría a su vez al menos tres categorías. En cuanto al grado de especialización podrían establecerse tres niveles (A,B,C), de menos a más especializado. Esta clasificación ya aparecía en los Standards de la APA de 1954 y 1966, siendo adoptada por los editores norteamericanos. Sin embargo, fue suprimida en las ediciones de 1974 y 1985, limitándose en éstas a subrayar de forma general la necesidad de garantizar la experiencia, entrenamiento y formación de los usuarios de los tests. La razón de esta omisión es que la clasificación tripartita per se resulta simplificadora, no garantiza el uso correcto y préstase a tergiversaciones. Como señalara Tyler (1986), seguramente es más eficaz esforzarse en mejorar la formación de los usuarios que la mera restricción del uso de los tests. Aunque tampoco vemos ningún inconveniente en actuar sobre ambos frentes.
Los profesionales se articularían también en torno a un mínimo de tres categorías: psicólogos, médicos/psiquiatras, profesores/otros. Y, finalmente, se tendrían en cuenta las tres grandes áreas clásicas: clínica, trabajo y educativa. De este modo tendríamos un modelo clasificatorio de 3x3x3, con un total veintisiete categorías, que reclamarían distintos grados de preparación específica, amén de un tronco común. Por ejemplo, en una investigación reciente llevada a cabo por Moreland, Eyde, Robertson, Primoff y Most (1995), acerca de la preparación de los usuarios de tests, amén de otros interesantes resultados, establecen doce competencias mínimas que han de observarse para un uso adecuado de los tests:
- Evitar errores al establecer las puntuaciones y registrar los datos
- Abstenerse de etiquetar a las personas con términos despectivos basándose en sus puntuaciones en los tests
- Mantener las plantillas de corrección y otros materiales en un lugar seguro
- Asegurarse de que todos los sujetos siguen las instrucciones correctamente
- Utilizar instalaciones apropiadas para la aplicación de los tests
- Abstenerse de entrenar a los sujetos en los items del test, lo que conllevaría sesgo en los resultados
- Estar dispuesto a interpretar los resultados y a dar consejo a los sujetos en sesiones diseñadas para ello
- No hacer fotocopias de materiales originales
- Abstenerse de utilizar hojas de respuesta hechas por uno mismo, que pueden conducir a errores cuando se aplica la correspondiente plantilla
- Establecer una buena relación con los sujetos para que obtengan las puntuaciones que realmente les corresponden
- Abstenerse de responder las preguntas de los sujetos con más detalle del especificado por el manual del test
- No asumir que una norma o baremo para una determinada situación o grupo de sujetos puede aplicarse a otra situación o grupo de sujetos distintos automáticamente
Como se puede observar, estos doce mandamientos son ciertamente elementales, por lo que necesariamente formarán parte de cualquier curriculum básico para usuarios de tests.
Este va a ser seguramente el marco de discusión de problemas de la acreditación de las personas que utilizan los tests en Europa. En la actualidad cada país lo hace a su manera, cuando lo hace. Inglaterra tiene bastante avanzado el sistema de acreditación y parece que funciona bien, sobre todo en el campo de la psicología del trabajo. En España, por propia iniciativa, siguiendo el modelo norteamericano, las casas comerciales tienen los tests divididos en las tres categorías citadas y sólo se pueden comprar acreditando la titulación de psicólogo. Hay que señalar que las empresas son las primeras interesadas en mejorar la construcción y práctica de los tests, y están colaborando en todas las reuniones del COP para estos temas. Lo recíproco es también cierto, una industria fuerte y rentable es imprescindible para que se le pueda exigir calidad, mal se la podríamos pedir si pierden dinero. Este axioma tan elemental no siempre se entendió cabalmente desde algunos ámbitos académicos alejados del ejercicio de la profesión. Un ejemplo bien elemental y sangrante de la poca sensibilidad de algunos profesores universitarios hacia un uso apropiado de los tests ya se observa cuando utilizan para prácticas o investigación tests fotocopiados. Aparte de constituir un delito tipificado, representa una práctica inadmisible, desde la óptica académica, científica y profesional. Si los propios psicólogos no respetan sus instrumentos de medida, difícilmente podrán convencer a otros profesionales de su valía. Como suele ocurrir, lo económico se adelanta a lo político e institucional, y en relación con la integración europea las casas editoras de tests ya han constituido un grupo editor europeo.
Todo parece indicar que a medida que la Unión Europea se articula, irá extendiéndose cada vez más el uso de los tests como instrumentos de selección internacional, comparaciones inter-países, acreditación periódica de profesionales, acceso a universidades e instituciones, y otros menesteres, por lo que tenderán a regularse de un modo general. Es opinable cuál ha de ser la instancia capacitada para entrenar y acreditar aquéllas personas preparadas para utilizar los tests, incluso para acreditar (¿y editar?) los propios tests, pero los Colegios Profesionales están dando pasos en esa dirección, pues el asunto no es baladí para una práctica de la profesión acorde con los principios deontológicos. Prueba de este interés creciente es que en el 4º Congreso Europeo de Psicología que se celebrará en Atenas en Julio de 1995 se dedica un simposium monográfico al uso de los tests en Europa, organizado por el Colegio de Psicólogos Alemán y el Español. Asimismo, la revista European Review of Applied Psychology dedicará al tema un número monográfico coordinado por el Profesor Dave Bartram.
En suma, si bien parece previsible una progresiva integración de la psicología europea, hay que tener claro que lo primero y más importante es poner la propia casa en orden, lo que en el caso que nos ocupa significa organizar y potenciar la construcción y uso adecuado de los tests en España. Si ello se logra podremos aportar algo al resto de Europa y aprovechar sus posibilidades. La posición de salida es favorable, tanto a nivel académico como profesional la psicología española encuéntrase entre las mejor organizadas de Europa. En este campo, como en el resto, la unión europea será tanto más positiva cuanto más preparados y organizados nos halle, ciertamente hay que pensar globalmente, pero no olvidarse de actuar localmente.
Referencias
American Psychological Association, American Educational Research Association, and National Council on Measurement in Education. (1985). Standards for educational and psychological testing. Washington, DC: American Psychological Association.
Moreland, K. L., Eyde, L. D., Robertson, G. J., Primoff, E. S. y Most, R. B. (1995). Assessment of test user qualifications. American Psychologist, 5, 1, 14-23.
Tyler, B. (1986). Responsibility in practice: some implications of the BPS survey on test use. Bulletin of the British Psychological Society, 39, 410-413.